Nada más llegar al hotel, me meto en la ducha para
pode aclarar mis ideas con tranquilidad. Lo primero es lo primero: debo guardar
este secreto bajo siete llaves. Si Marc o Nimue llegan a descubrirme, puedo
darme por despedida o, peor, por muerta. Espero que nadie lo averigüe, al menos
de momento, hasta que sepamos qué hacer. Debo andarme con cuidado, aunque sólo
hay dos Buscadores en Miami que saben de mi existencia, podrían reconocerme por
mis ropas. Sé que debo proseguir con mi misión, pero no puedo llevar a Alaïs
conmigo cuando vaya en busca de los Buscadores perdidos, podrían descubrirlo.
Aunque, con un poco de maquillaje y un buen disfraz… No, no debo arriesgarme,
quien sabe lo que le harían si lo descubrieran… Segundo: ¿Cómo he llegado a
esto? Es decir, ¿qué hago arreglándome para quedar con un Creador? ¡Es el
enemigo! Nunca se ha conocido ningún caso de una Buscadora y un Creador que se
hagan aliados para un bien común, y mucho menos que salgan juntos, al menos que
yo sepa. ¡Es una locura! Aunque, si es verdad que nunca ha sucedido, yo podría
ser la primera en intentarlo, ¿no? Siempre hay una primera vez para todo.
Cierro el grifo con la sensación de que no estoy
haciendo las cosas bien, pero que le vamos a hacer. Una vez me dijeron que la
vida es un juego y el amor el premio. Y a mí me ha tocado ganar por una vez, no
voy a desaprovecharlo. Salgo del baño y abro mi armario. He salido del hospital
con el vestido que use la última vez, así que cruzo los dedos por poder
encontrar otra cosa que ponerme. Echo un vistazo a mi armario y, por suerte,
encuentro un vestido palabra de honor de satén rosa que es perfecto para esta
noche. La verdad, no sé para que me traje esos vestidos de mi madre, supongo
que para tenerla un poco más cerca en esto de las misiones, aunque al final les
estoy dando uso. Me pongo el vestido junto con unas botas de cowboy marrones
que me llegan casi a la altura de la rodilla. Me cepillo el pelo de forma que
cae perfectamente liso por mi espalda. Miro el reloj: las 19:25. Faltan cinco
minutos para que Alaïs venga a recogerme. Me da tiempo a ponerme algo de
maquillaje para poder disimular la cara de muerta viviente que tengo después de
haber pasado una semana en el hospital. Cuando acabo y me miro al espejo, me
asombro con mi propio reflejo. No he quedado tan mal, creo que es la primera
vez que me atrevo a decir que estoy guapa. Nunca he tenido una autoestima muy
alta, así que esto es un paso importante. Antes de salir, rebusco entre las
cosas de Nimue para ver si encuentro algún colgante bonito y la colonia que
siempre usa y que a mí me encanta. Las 19:29. Falta un minuto. Alaïs me manda
un WhatsApp en ese momento:
Náyade, te espero en
la puerta del hotel. Tenemos reserva en un restaurante de la costa en media
hora. No tardes mucho. Te quiero. Alaïs.
Lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a dejarme sin
palabras. Como no sé qué responderle, sigo buscando entre las cosas de Nimue
hasta que doy con el colgante que buscaba. Solo falta la colonia. Sigo buscando
hasta que mis manos dan con algo puntiagudo. Lo saco con la curiosidad de saber
qué es, aunque ahora desearía no haberlo hecho. Nada más sacar el objeto con el
que me había pinchado, este se me cae al suelo. No pudo creer lo que ven mis
ojos.
Esto no puede estar pasando…